viernes, 26 de octubre de 2012

LA PROCESION EN EL INICIO DEL  SUMMER CAMP 2012

En la semana comprendida entre el 22 de octubre y 26 de octubre se llevó a cabo el primer Summer Camp de inmersión total en ingles, en el club de la policía Ricaute. El domingo 21 de octubre los estudiantes seleccionados viajamos hacia el club, la única novedad sucedió en el momento de asignarnos los dormitorios a las jovencitas ya que se presentó percance.
Nosotros llegamos con todas las maletas, con un aire de belleza. Fuimos en una rígida y formal formación, nos movíamos en conjunto, de la misma forma en que  todos los de las otras ciudades lo hacían, rápidamente los hombres se instalaron en los apartamentos y las niñas quedamos esperando nuestra asignación de alcobas.
Después de 5 minutos  nos percatamos del calor tan insoportable, luisa intervino diciendo -“A nosotras nos da muy duro este calor, porque no estamos acostumbradas, pero miren a los de la costa, ¡están tan normales!, porque este clima es parecido al de sus ciudades”, todas asentimos con la cabeza y Yessica nos dijo -“Sí, ojalá  nos den  rápido los dormitorios porque nos estamos asando”, Sofía comentó -“Y los mosquitos están empezando a picarnos”. Nos cuadramos en hilera para poder entrar a las cabañas,  tan suave era el avance de la fila, que Alejandra dijo -“Esto parece una procesión, me voy a aplicar repelente ¡ya!”, todas las niñas de todos los colegios estaban aplicándose repelente impacientadas, después de una hora solo quedábamos aproximadamente 50 mujeres para que nos asignaran cuartos, habían de Medellín, de Pereira, de Bogotá, de Pasto, de Barranquilla, de Cartagena y de Ibagué, ya no había fila todas estaban sentadas y molestas de esperar tanto.
La desesperación enturbiaba el aire, que se hacía más pesado porque conforme pasaba el tiempo aumentaba el calor; era fácil de entender la forma de pensar de nosotras, los rostros eran así de explícitos, estábamos enfadadas, azotadas por los jejenes, por el severo rayo del sol y rogando por dormitorio, nos mirábamos entre todas.
Las profesoras acompañantes tuvieron que hablar y sugerir a los encargados de instalarnos que no podíamos seguir en esa situación, una media hora más, ya todas cargábamos con desgano nuestras maletas y volvimos al lugar en donde empezamos la fila, y nos trasladamos 150 metros al norte del club, mientras esto, la esperanza de tener una cabaña crecía por que la fila, a diferencia de antes, avanzaba más deprisa y no caminábamos sino que corríamos, se nos olvidó las picaduras de los mosquitos, el calor y el cansancio, cuando estuvimos al frente de nuestra futura cabaña, las de Ibagué nos dedicamos a observarla por fuera, y todas luchábamos contra el impulso de tumbar la  puerta, puesto que, no faltaba más, solo que nos la abrieran para acomodarnos.

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